El domingo antepasado asistí al recital de Iron Maiden. Este sábado recién pasado, muy a poca honra, de esas cosas que uno sólo hace por amor, fui con mi polola al recital de despedida de Sin Bandera.
Los fenómenos de entrada y salida, venta de merchandising no oficial (chapitas, poleras, fotos, cintillos, pañuelos, posters, y demáses), el garrotazo en el precio de lo que sea que te vendan para ingerir en las inmediaciones del recinto, los comentarios de que tan bueno estuvo o de como te vas a devolver no son algo que cambie de recital en recital, sea metalero, o mamón.
No niego que los tipos son buenos músicos, con un nivel de composición admirable. Tampoco critico la puesta en escena, simple, pero muy precisa, y menos el manejo del público, en su mayoría chicas gritonas adolescentes.
Voy a los contrastes esenciales, como lo son la chica que se destroza la garganta gritando como becerro en sacrificio. Lo siento pero los artistas NO te van a mirar por muy fuerte que grites, menos si estás a más de 200 metros de escenario. Con suerte darán unos segundos casi despreciables de atención a aquellas que pagaron sobre 80 mil pesos por están a menos de 50 metros. Similarmente, da lo mismo que tan poco atractivo sea el mono que aparece en el escenario, igual "lo aman". Y no, no es sana o insana envidia, como pololo me sentiría pésimo ver a mi pareja gritado por alguien que no sea yo, al menos me cuestionaría que es lo que tiene ese petizo narigón que se parece a Yoda (sólo ejemplifico) que no tenga yo.
Para alguien que con suerte conoce 2 canciones (curiosamente las que suenan a cada rato en radios que no he sintonizado) , más de 1 hora y media de concierto es demasiado. Si a las 2 horas de concierto sumamos 1 hora de los teloneros Camila (grupo que ni siquiera sabía que existía), fue demasiado para mi.
Lo peor es que Sin Bandera hace bastante tiempo que se viene "despidiendo", un poco de seriedad, POR FAVOR...