miércoles, marzo 25, 2009

El costo de desaparecer

Todo empieza con el malestar que me produce el celular. Definitivamente es el aparato más esclavizante que existe. Llamada que recibo es por algún tipo de problema y da lo mismo el interlocutor. Si es tan urgente mándeme un mail, asi lo dejamos por escrito y nadie se arrepiente o desdice de sus dichos.

Entonces decidí no contestar el celular. Resultado: CAOS.
Y espérense el resultado de explicar mi decisión de incomunicación voluntaria, CAOS³
Entonces decidí eliminar la explicación y comentarios afines, de manera de ser consuecuente con mi decisión inicial, así nadie pregunta, así nadie comenta, así no respondo, así no hay "daño colateral" (muertos, heridos o insultados en la zona de fuego).

Hace 10 años atrás yo no tenía celular, y estaba lejos más tranquilo, o menos inquieto. Era una cosa menos de la que preocuparme:
  • Que esté cargado
  • Que tenga saldo
  • Que no me lo vayan a robar
  • Que esté en silencio
  • Que tengo que responderlo
Al menos yo considero que NO NECESITO estar siempre ubicable.

Empiezo a evaluar desaparecer incluso de la red de mensajería instantánea y correos (eso es más difícil). En mi caso la soledad, y más puntualmente la incomunicación favorece mi tranquilidad, cada día más escasa.

¿Qué pierdo? En realidad subjetivamente no es tanto.
¿Qué gano? Supuestamente tranquilidad, pero empiezo a dudar de ello.

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